lunes, 18 de junio de 2012

Los interminables encuentros con el porro II

Esta vez, sucedió en casa. Era un día muy feo, así que no había ido al colegio. Toda una tarde la había desperdiciado en hacer nada productivo en casa. Y llego la hora en que la patrona llego. En ese momento, yo estaba preparando un cigarro. Marihuana, sencillamente. Aunque estuve un poco mal, porque no dejar fermentar la hora, ni seguí los pasos. Directamente, arranque una hoja de mi planta de cannabis, la corte, la apoye sobre una especia de servilleta y lo enrolle. Justo en ese momento fue cuando llego y me vio. Indiferente, seguí con lo que a mi respectaba. No me importo su presencia, y mucho menos sus gritos histéricos y casi esquizofrencos. Yo seguí. Tome aquel elemento mágico creador del fuego, lo acerque al canuto y como magia mis labios suspiraron, a travez de ese papel húmedo, un poco de esa sustancia sanadora. Increíble que no recuerde nada. Fue como un efecto secundario que nunca me había dado. Tal vez esta vez por la falta de frecuencia. No se. Lo que no voy a olvidar son esos ruidos de fondo al retirar el porro de mi boca.

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